Los Mejores CONSEJOS para ser un Gran Conductor

Seamos realistas, muy pocos conductores reconocen que conducir no es su fuerte, o que no son los mejores al volante. Sin embargo, no siempre conducimos con tanto acierto como creemos. En ocasiones por desidia, en otras por descuido y en algunos casos por desconocimiento. Suele ocurrir que se olvidan hábitos básicos que ayudan a conducir mejor, con la seguridad añadida que ello aporta.

Hands of a driver on steering wheel of a car and empty asphalt road

Conducir bien es más sencillo de lo que parece, sólo es necesario poner en práctica algunas técnicas. Inicialmente pueden requerir de una atención especial para llevarlas a cabo, pero en poco tiempo se automatizarán y servirán para que la habilidad al volante se refuerce.

Postura correcta

Para conducir bien hay que empezar por el principio: sentarse bien al volante. Pierda un minuto y ganará seguridad. Con la espalda bien pegada al respaldo, estire completamente un brazo, sin separar el hombro del respaldo. Coloque el brazo estirado justo por encima del aro del volante.

La mano debe quedar por detrás del volante y la muñeca justo encima del aro del volante. Las piernas deben quedar algo flexionadas para llegar bien a todos los pedales. Regule bien los retrovisores y ya puede abrocharse el cinturón de seguridad. Y recuerde: la posición correcta de las manos en el volante es la de las «tres menos cuarto» de las agujas de un reloj, con los dedos pulgares apoyados sobre los radios del volante. La mayoría de los volantes tienen ya unas hendiduras diseñadas para ello.

Prohibido cruzar las manos

Seguimos con cuestiones de higiene postural. Bien sentados deberíamos poder manejar correctamente un elemento clave de la conducción como es el volante. Colocar las manos en el famoso ángulo de las diez y diez de la esfera del reloj (o las dos menos diez) es esencial para que desde esa posición se realicen los giros sin cruzar las manos sobre el aro, tampoco desplazándolas juntas hacia una u otra dirección. En ambos casos, aunque parezca que la situación está controlada, se sufre una evidente carencia de movilidad que penaliza la reacción ante cualquier imprevisto. Es el volante el que se desplaza entre las manos y no a la inversa.

Atención visual

Hay que educar la vista para mirar a lo lejos y anticiparse a todo lo que pueda suceder por delante. Esto es importante en autopista, donde la velocidad es elevada. Por ejemplo, para detectar frenazos o las típicas retenciones.

También hay que prestar atención a la posible incorporación repentina de vehículos a la carretera como camiones, tractores o bicicletas. No hay que fiarse jamás de lo que no se ve con los propios ojos. Y adecuar siempre la velocidad a lo que se pueda ver y desconfiar de las curvas con poca o nula visibilidad.

La ley de la anticipación

Precisamente buscar la perspectiva en la conducción propicia otro de los hábitos claves en cualquier buen conductor: la anticipación. Saber interpretar lo que viene, sea el trazado de la carretera, el estado del tráfico, la maniobra de otro vehículo o la aparición de un peatón supone la mejor garantía de tener preparada la respuesta adecuada ante una incidencia. Para ello es vital mantener la atención y la concentración en la tarea de conducir, la única manera de prever, por ejemplo, que la moto que circula delante desacelera para girar sin poner el intermitente o que aquel coche estacionado va abrir una puerta a nuestro paso.

Distracciones

Este punto requiere la aplicación de mucho sentido común. Los accidentes más graves a menudo son consecuencia de una distracción. Por tanto, hay que evitarlas y no manipular en marcha ningún tipo de dispositivo de entretenimiento de los actuales. Por supuesto, el navegador hay que programarlo en parado, antes de salir.

Es preferible incluso evitar según que tipo de conversaciones, aunque sea con el manos libres. Una discusión acalorada por teléfono puede tener al volante consecuencias nefastas.

Las curvas no son el enemigo

Las rectas se nos dan bien a todos. Los problemas suelen sobrevenir cuando la carretera gira y se transforma en curvas, algunas de dibujo impredecible e incluso traicionero. Para gestionarlas hay que considerarlas como un aliado y no un enemigo; como ya sabemos que hay que mirar lejos y anticipar, la clave del asunto radica en llegar al punto de máximo giro con el vehículo completamente controlado para evitar cualquier maniobra en ese instante crítico. Esto se traduce en frenar en la distancia correcta, empezar a girar a la velocidad justa, buscar la línea más abierta posible dentro de la trazada del carril, evitar movimientos innecesarios del volante una vez iniciado el giro y volver a acelerar sólo cuando la salida de la curva nos indica que el equilibrio de masas se restablece. Parece difícil, pero seguramente lo sea más contarlo que hacerlo.

Distancia

Mantener la distancia de seguridad es vital para evitar colisiones por alcance y facilitar los adelantamientos de los coches que vienen por detrás y que van a un ritmo superior. Sobre todo en vías rápidas. Además, siempre hay que adaptar la velocidad a las condiciones climáticas.

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